Todos aquellos que usualmente visitan y comentan en esta bitácora, habrán notado que evito publicar temas relacionados con la intimidad familiar, por razones obvias.
No obstante, en ocasiones existen emociones y sentimientos que son indescriptibles, aún utilizando las palabras más sublimes y excelsas. Además, parecieran ser tan grandes que no pueden ser encerradas entre las invisibles paredes del hogar.
Todos hemos experimentado este tipo de situaciones, en diversos momentos de nuestras vidas...
De igual forma que meses atrás, escribí sobre el orgullo que sentí al conocer que nuestro ahijado había ganado el Concurso Regional de Chef; en esta ocasión, no quiero dejar pasar la oportunidad para comentar sobre la pasión de nuestra hija... El ballet.
Para toda la familia es un misterio la procedencia de esa vehemente afición. Lo cierto es que desde muy temprana edad manifestó habilidades para el baile y la danza, lo que indudablemente incidió en la decisión de inscribirla en una academia especializada.
Durante estos cinco años, asistir tres veces por semana a las clases, de tres horas de duración, se ha convertido en parte de nuestra rutina semanal.
No importa si llueve, si hay problemas en la ciudad, si el colegio le ha enviado muchas tareas, si los ejercicios de estiramiento le han ocasionado fuertes dolores musculares o si tiene algún pequeño problema de salud; a la hora de salir de casa para asistir al ballet... ella está lista.
Varios meses atrás mi esposa y yo estudiábamos la posibilidad de retirarla de la academia, debido a ciertos problemas que no vienen al caso.
Le mencionamos nuestros planes y los argumentos... La reacción fue tal, que decidimos olvidarnos de la idea, obviar el tema y tratar de resolver el caso por otra vía.
Como cualquier niña de su edad, es muy alegre, vivaz y, a veces, descuidada; pero en el momento que entra a su clase de ballet sufre una impresionante transformación, una especie de trance, en el cual la seriedad y la concentración se apoderan de ella.
Su rendimiento ha sido tan destacado, que actualmente se encuentra en un nivel muy superior al que le correspondería por su edad y por sus limitaciones físicas.
Es, notoriamente, la más pequeña del grupo y hace enormes esfuerzos por alcanzar las habilidades que tienen sus compañeras de mayor complexión corporal.
Hace un mes, participó en un gran acto de cierre de año que organizó la academia, conjuntamente con otras escuelas de danza y ballet.
Como premio a su constancia y dedicación, actuó como figura principal en tres actos, uno de ballet clásico, uno de ballet neoclásico y otro de danza.
Desafortunadamente, la cámara de grabación no captó con claridad el acto. Sin embargo, pude rescatar un fragmento, de aproximadamente tres minutos y medio, de la Danza Oriental; donde ella actúa como Geisha vestida con un kimono blanco.
PS: Debo limpiar el teclado, le ha caído mucha baba...
Fotos por orden de aparición:
.- Ella en el papel de Geisha.
.- De espalda aferrada a la barra.