viernes, septiembre 22, 2006

¿ Realmente se utiliza todas las posibilidades que nos ofrece la tecnología?

Esta pregunta no es nueva para mi y, seguramente, para muchas otras personas. Sin embargo, me la repito cada vez que me tropiezo con un nuevo producto o servicio asociado a la tecnología.

A pesar que mi feo y pesado teléfono móvil funcionaba correctamente; casi obligado por la empresa que me provee de servicio de telefonía móvil, estaba forzado a cambiar mi "obsoleto" equipo.

En vista de esta situación, decidí adquirir un equipo de "última" generación.

Mi nuevo teléfono tiene pantalla a color, cámara fotográfica digital, agenda electrónica, entretenidos juegos, diversas alarmas, software de navegación para Internet, gran variedad de sonidos y tonos, mensajería de texto, comunicación infraroja, etc., etc.. ¡Ah!. Se me olvidada... también sirve para hacer y recibir llamadas.

Varios meses después, la cámara mantiene una decena de fotos tomadas los primeros días de uso, los juegos no son tan entretenidos, la agenda se mantiene impoluta, el software de navegación es prácticamente inútil, la configuración de sonidos y tonos no han variado mucho y algunas de las múltiples funciones restantes, ni siquiera las he utilizado la primera vez. ¡Ah!. Se me olvidada...realizo y recibo gran cantidad de llamadas.

En pocas palabras, mi teléfono celular de "ultima" generación me resulta tan útil como lo era aquel "obsoleto" y feo equipo que tenía.

Algo similar, ocurrió con el software procesador de palabras que tenía instalado en mi computador.

Por un problema en el disco duro, fue necesario instalar nuevamente el sistema operativo y las aplicaciones más comúnmente utilizadas. Sin embargo, no lograba ubicar el CD donde tenía la herramienta de productividad (entiéndase procesador de palabras, hoja de cálculo, graficador, etc).

Ante la emergencia, obtuve a través de Internet el procesador de palabras AbiWord (http://www.abisource.com/).

Para sorpresa y satisfacción mía, me encontré con una aplicación muy sencilla que tiene las funciones básicas y precisas para realizar un documento, con los mismos resultados que la herramienta que tenía anteriormente. Además, es gratis.

De hecho, no insistí en la busqueda del CD...

En una de esas exploraciones rápidas por Internet, observé una promoción de inodoros (pocetas) de alta tecnología. La tapa se abre automáticamente al aproximarse el apresurado usuario. Al retirarse el usuario, se cierra la tapa y el sistema de limpieza con agua en tres etapas se encarga de los desechos. Tiene un purificador de aire, el asiento posee calefacción para evitar el impacto del material frío, masajeador con agua tibia, secador con aire caliente, panel de control con pantalla LCD para administrar cada detalle de la modernísima poceta. (http://www.totoneorest.com/).

¡Que gran invento!.

Me pregunto: ¿a quién le interesa una pantalla LCD cuando se está en un apuro de ese tipo?. Si acontece un desperfecto con la poceta, ¿a quién se llama, al plomero o al ingeniero electrónico?. Y... ¿qué pasa si nos quedamos sin electricidad, con ganas y el mecanismo electromecánico de la tapa se traba?.

Cada vez más dependemos de los múltiples dispositivos y servicios que la tecnología nos ofrece.

De igual forma que nuestra dependencia de la tecnología se incrementa, los costos asociados van en el mismo ritmo o, posiblemente, superior.

Negar el aporte de la tecnología en la mejora de nuestra calidad de vida, sería totalmente absurdo. No obstante, vale la pregunta: ¿pagamos por lo que necesitamos realmente?

Hace tiempo leí unas declaraciones de Kjell A. Nordström, coautor del libro Funky Business, que decía (si mal no recuerdo) "la influencia de la tecnología para reconvertir negocios se ha sobredimensionado..".

PD: La foto fue tomada con el telefóno móvil.
Corresponde a Playa Caribe en la Isla de Margarita. Posted by Picasa